La medida del tiempo y los calendarios.
CALENDARIOS PREHISTÓRICOS.
Los seres humanos prehistóricos parecen haber necesitado
medir el tiempo. Uno de los objetos encontrados y que parece ser un calendario
es el hallado en Rusia con unos 15.000-18.000 años de antigüedad.
En la espiral central se
observan 243 orificios, mientras la suma del resto de las espirales denota
otros 122 orificios. Un fácil cálculo de los orificios totales nos da la suma
de 365, exactamente la duración de un año. Por otro lado en la zona siberiana
en la que se encontró la duración del invierno se prolonga justamente durante
243 días, por 122 del verano.
CALENDARIO EN EL ANTIGUO
EGIPTO.
En el antiguo Egipto se adoptó el calendario solar a
principios del tercer milenio a. C., combinando la observación astronómica con
el ciclo de las crecidas del Nilo. Así dividieron el año en tres estaciones, de
distinta duración cada una, de acuerdo con el ciclo agrario: la inundación
(finales del verano y otoño), la siembra (invierno e inicio de la primavera) y
la recolección (finales de la primavera y principio de verano).
CALENDARIO CHINO
El calendario chino tiene ciclos de 12 años regidos con
animales distintos. Se estipulaba la duración de cada año en 365 días, pero hoy
el año chino ordinario consta de doce meses lunares y su duración oscila entre
353 y 355 días. Cada tres años se intercala un año con un mes más, resultando
un año entre 383 y 385 días; este año de trece meses se llama año embolismal.
ANTIGUA GRECIA
Cada ciudad-estado (polis) de la antigua Grecia tenía su
propio calendario, normalmente basado en referencias a periodos de ejercicio de
cargos públicos. Pero todos compartían la referencia a las Olimpiadas que se
celebraban cada cuatro años. La era Olímpica tiene como punto de partida el año
776 a. C.
ANTIGUA ROMA
El calendario romano tenía base solar y su año empezaba en
marzo (Martius, el mes dedicado al dios Marte); estaba dividido en meses
(primero diez y luego doce), cuyos nombres son el origen de los actuales. El
primer día del mes eran las calendas (nombre del que procede el término
“calendario”), el día 7 las nonas, el 15 los idus. Estas tres referencias
servían para dividir los meses en tres partes desiguales. El calendario romano
oficial tenía un punto de inicio preciso, la fundación de la ciudad de Roma, el
753 a. C. en nuestro calendario. Las fechas se expresaban, por ejemplo CCL ab
urbe condita (doscientos cincuenta años después de la fundación de la ciudad).
En época de Julio César se resolvieron algunos desajustes
con el llamado calendario juliano, provocados por el desfase en la duración de
los meses del calendario romano, que cada cierto tiempo había de ser corregido
con un año más largo.
CALENDARIO CRISTIANO
El calendario cristiano adoptó casi íntegramente el romano,
con pequeños cambios como la consagración del primer día de la semana al señor
(Dominicus (dies) > domingo). Se cristianizaron las principales fiestas y se
fue superponiendo un año litúrgico con sus rituales. Se fijó como año 1 el del
nacimiento de Cristo, de manera que en la llamada era cristiana las fechas se
denominan antes o después de Cristo (a. C. y d. C.).
El papa Gregorio XIII, a finales del siglo XVI, promovió una
reforma del calendario que seguía siendo básicamente el juliano y arrastraba
algunos desajustes. Es el conocido como calendario gregoriano, que es el más
usado hoy en el mundo.
OTROS CALENDARIOS ACTUALES
Junto al gregoriano, están vigentes en la actualidad
calendarios como el chino, al que ya nos hemos referido, y el musulmán. El
calendario musulmán es lunar (354-355 días) y cuenta el tiempo a partir de la
Hégira, la peregrinación de Mahoma de La Meca a Medina, que corresponde al año
622 del calendario cristiano.
Algunas de las grandes revoluciones de la Historia
contemporánea han ido asociadas a la introducción de nuevos calendarios (nuevas
denominaciones para los meses, fiestas, inicio de año) que han tenido vigencias
limitadas; así ocurrió durante la Revolución Francesa y también tras la
Revolución Rusa.
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